Amalur y el Eguzkilore

Amalur y el Eguzkilore: leyenda primitiva de los vascos

 

Cuenta la leyenda que hace miles y miles de años, cuando los hombres y mujeres empezaban a poblar la tierra, no existían ni el sol ni la luna. Así los habitantes del planeta vivían en constante oscuridad, asustados por los numerosos genios que salían de las entrañas de la tierra en forma de toros de fuego, caballos voladores, enormes dragones…

Los hombres, desesperados, decidieron pedir ayuda a la Amalur (madre Tierra).

Aquellos vascos primitivos le rogaron a Amalur que les protegiera de los peligros constantes a los que se enfrentaban en dicha oscuridad. Amalur estaba muy ocupada e hizo caso omiso a las peticiones de los hombre y mujeres, pero estos siguieron insistiendo. Ante tanta insistencia Amalur atendió las peticiones, crenado para ello un ser luminoso al que llamó Luna.

Al comienzo, los hombres se asustaron mucho y permanecieron en sus cuevas sin atreverse a salir, pero, poco a poco, fueron acostumbrándose. Al igual que los hombres, los genios y las brujas también se habían atemorizado al ver aquel objeto luminoso en el cielo, pero también se acostumbraron y no tardaron en salir de sus simas y acosar de nuevo a los humanos.

Ante la vuelta del acecho de los peligros, los vascos volvieron a pedir ayuda a la Tierra y le explicaron como seguían siendo acosados por los genios. Tras escucharlos, Amalur les prometió crear un ente más luminoso al que llamaría Sol. Les indicó que el Sol saldría de día y la Luna de noche.

El nuevo astro creado por la Tierra era tan grande, luminoso y caliente que los hombres tuvieron que ir acostumbrándose poco a poco pero su gozo fue muy grande: gracias al calor y a la luz del Sol, crecieron las plantas de vivos colores y los árboles frutales. Y, lo que es aún más importante, los genios y las brujas no pudieron acostumbrarse a la gran claridad del día y desde entonces sólo pudieron salir de noche. Eguzkilore cuadrado